Con su belleza las rosas han sido parte de la historia de la humanidad desde hace siglos. Pero, ¿cuál es su origen y en qué culturas fueron vistas por primera vez? 

 

Las rosas llevan consigo una historia milenaria. Las culturas babilónicas, sirias, egipcias, romanas y griegas consideraban a la rosa como un símbolo de belleza. Su utilización como decoración se remonta a la isla de Creta en el siglo XVII antes de Cristo.

 

La primera imagen de una Rosa data del siglo XVI a. C. y se encontró en la Isla de Cnossos. Y la isla de Rhodas recibió el nombre por su cultivo de rosas. Ambas islas pertenecen a Grecia.

 

En la Roma antigua se cultivaban rosas y se utilizaban sus pétalos como ornamento. Además las rosas eran aprovechadas por sus propiedades medicinales y aromáticas. 

 

Los griegos antiguos le dedicaban rosas a la diosa Afrodita y los romanos a Venus. 

 

Alrededor del 600 a.C. la poetisa griega Sappho le cantaba a la rosa como la “reina de las flores”, denominación que le ha quedado hasta hoy.

 

Con la caída del Imperio Romano la rosa tuvo un período de oscuridad hasta que Carlomagno, en el 794, ordenó su cultivo como planta medicinal y de adorno. Ello motivó su reintroducción en los jardines privados y así, en la Edad Media, fue el símbolo del amor de caballeros y juglares.

 

En 1580 se introdujo del Asia Menor la Rosa lutea, cuyos cruzamientos permitieron introducir en las rosas el color amarillo, ya que hasta allí sólo existían las de color rosado y rojo. En Holanda se realizaban cruzamientos con las diferentes rosas silvestres y la damascena, lo que dio origen a las Centifolia, que se pueden ver en muchas representaciones de los siglos XVII y XVIII.

 

Alrededor de 1700, de la Centifolia se desarrolló la Rosa centifolia muscosa. En 1752 llegó a Europa la primera rosa china, en 1793 se comenzó con el desarrollo de las de té, alrededor de 1810 las de Portland, en 1820 la primera Rosa de Borbón y más tarde Louis Claude Noisette introdujo en el mercado las llamadas “rosas de Noisette”. 

 

No fue hasta el año 1.876 que se creó el primer ejemplar híbrido de té de Rosas. El experimento fue del productor francés Guillot, quien la llamó “La France”. El resultado fue una flor muy olorosa y con una larga floración, distinta en tamaño y características a las rosas que había hasta entonces, que no eran tan aromáticas ni tan grandes. 

 

Al final del siglo XIX se introdujeron en Europa las asiáticas Rosa multiflora y Rosa wichuariana, que tuvieron importancia especialmente en el desarrollo de las trepadoras. Por cruzamiento entre Rosa multiflora y Rosa chinensis se crearon las Polyantha. Alrededor de 1900, por cruzamiento de las Polyantha con híbridas de té, se originaron las Floribunda y el próximo paso, el cruzamiento de 1950 entre una Floribunda con una híbrida de té, dio origen a las Grandiflora.

 

Más recientemente, casi al final del siglo XX, se agregó la última clase de rosas, las de pequeño porte o tapizantes, que reciben su nombre debido a su hábito de crecimiento achaparrado. 

 

En la actualidad la American Roses Society tiene clasificados más de 30.000 rosales distintos. Existen rosas de 4 pétalos y puede llegar a tener más de 30 las rosas dobles.

 

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